El Boeing 707 matrícula TC-91 (Tango Charlie, siglas de la
jerga radial aeronáutica) es uno de los dos aviones sobrevivientes con más 40
años de historia en Argentina que sirvió en el Escuadrón Boeing de la FAA, con asiento en la Base del
Palomar, donde hoy es mantenido por el personal y estudiantes de la Escuela de
Educación Técnica nro. 4 I Brigada Aérea, en espera de poder ser reactivado.
Esta aeronave trasladó a Juan Domingo Perón, en 1973, y hasta
a Carlos Menem, en 1994, año en que fue reemplazada por el recordado Boeing 757
T-01. El TC-91 llevó a ocho presidentes, cuatro de ellos de facto. Tuvo su
paso, casualmente, por Aerolíneas Argentinas y terminó prestando servicios en
la FAA.
El Boeing 707 se lo consideró un clásico de los aviones de
pasajeros de su época, por su robustez y nobleza. Posee una cómoda cabina con
dos filas de tres asientos y hasta se le puede colocar un sector más confortable,
similar al business. Los fanáticos aún insisten hoy en que sigue siendo un
avión inigualable.
En la década del 60, muchos países del mundo adoptaron esta
aeronave como avión presidencial. Por aquel entonces, un Boeing 707 se
convirtió en el primer Air Force One (antes tenían otras denominaciones), como
se llama al avión que lleva al presidente de los Estados Unidos. El 22 de
noviembre de 1963, este avión llevó al presidente John Fitzgerald Kennedy a la
ciudad texana de Dallas, donde luego fue asesinado. Mientras el mundo lloraba
la muerte de Kennedy, el féretro con su cuerpo era llevado en ese mismo 707
hasta la base militar Andrews, en las afueras de Washington, junto con Lyndon
B. Johnson, que, en la propia cabina del Boeing, juró como el 36° presidente de
los Estados Unidos.
El TC-91 también tuvo su bautismo de fuego en el otoño de
1982, cuando junto con otras naves del escuadrón vigilaron los movimientos de
la flota inglesa que operaba en los alrededores de las islas Malvinas. Ese
escuadrón, durante la guerra, realizó un total de medio centenar de misiones de
reconocimiento y hasta sufrió ataques de la Real Fuerza Aérea británica.
Una década después, el TC-91 participó de las operaciones de
la Guerra del Golfo y, en varias ocasiones, hizo vuelos muy riesgosos al
transportar tropas aliadas desde Europa hasta Irak.
En los últimos años, también prestó servicios para
transportar a los cascos azules argentinos a sitios en conflicto, como Kosovo,
Chipre y Haití. Hoy, también está afectado a otro conflicto.
En todos los casos en que fue requerido, el legendario TC-91
cumplió fielmente con el rezo en latín que lleva el emblema de su escuadrón:
"Res non verva" (hechos, no palabras).
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