La empresa sueca Saab descartó a la agencia de noticias
Reuters que planee facilitar la venta de aviones de combate Gripen a la
Argentina como resultado de un acuerdo de construcción y exportación a través
de Brasil.
Ocurre que por detrás de esa venta, subyace un embargo
militar impuesto por Gran Bretaña a la Argentina en 2012, por el cual no venden
ni armas ni componentes militares a este país. El embargo fue impuesto en medio
de la tensión entre los Gobiernos de Cristina Kirchner y David Cameron cuando
se cumplieron 30 años de la guerra.
El año pasado, el Gobierno expresó a Brasil su interés por
comprar 24 jets Gripen para la próxima década. Se trata de un largo plan nunca
concretado para reequipar la paupérrima flota de aviones nacionales, por cierto
también, en un un sinuoso camino en el que también se conversó con España e
Israel, y ahora se sigue en conversaciones con Rusia y China.
Los acuerdos son parte también de las expresiones también
manifiestas de la empresa brasileña Embraer S.A. de que concebía un plan con
Saab para exportar Gripen a partir de 2023.
La presencia de la industria militar del Reino Unido es muy
fuerte en un mercado además globalizado. Gripen contiene un 30 por ciento de
contenido británico, incluyendo un radar de generación Gripen E/F.
De acuerdo a Reuters, los voceros de Saab aseguraron que
tampoco estaban involucrados en ninguna negociación que implica la remoción del
componente británico de sus Gripen para poder exportarlo a la Argentina, como
circuló a través de versiones nunca confirmadas.
"Nadie nos lo pidió y tampoco lo estamos
considerando", señaló el vocero a Reuters.
Las negociaciones que Argentina intenta abrir con sus nuevos
aliados para equiparse de aviones y barcos no es ajena al conflicto de
soberanía con el Reino Unido. El Gobierno ha tildado reiteradamente los fines
pacíficos de este país pero sectores que presionan incluso a manera de lobby a
Cameron insisten con que la Argentina es una "amenaza" para las Malvinas.
En ese contexto, Cameron anunció que inyectará 268 millones
de dólares para los próximos diez años, destinados a la defensa militar de las
Malvinas.
Entre tanto, en Londres miran con resquemor la alianza
militar rusoargentina que tiene, efectivamente, un tinte de estrategia
antibritánica. Argentina usa a Moscú para mostrar la presencia de una potencia
aliada y amenazante en el Atlántico Sur. Y por su parte Putin, utiliza a la
Argentina para molestar al Reino Unido, el país de Europa que más le hizo
frente desde que anexó Crimea al territorio ruso. Cristina lo apoyó en la ONU.
Y varias veces los funcionarios rusos apelan a la frase de que "Crimea es
más rusa que las Malvinas británicas".
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