Augusto Cicaré, destacado constructor argentino de
helicópteros
El empresario y constructor de helicópteros argentino Augusto Cicaré falleció este miércoles 26 de enero, a los 84 años, luego de una larga enfermedad con la que luchó en el Hospital Regional Doctor Posadas.
Augusto Cicaré nació en 1937 en Polvaredas, en el partido de Saladillo, donde logró destacarse al construir con tan sólo 21 años el primer helicóptero de América Latina en 1958. Pero él no lo supo hasta mucho tiempo después. Como tampoco sabía de qué manera volar esa máquina que lo obsesionaba desde niño.
Más conocido como "Pirincho", se destacó por la fabricación y la creatividad de los helicópteros que realizaba. Un autodidacta, que logró construir el primer helicóptero de América Latina basado en un modelo del ruso Sikorsky y vendió por todo el mundo un sistema de entrenamiento de vuelo.
"Cuando era chico, era loco por los aviones. Escuchaba que pasaba uno y salía corriendo a mirarlo. Mi tío tenía una tornería y compraba la revista Mecánica Popular. Yo todavía no sabía leer, entonces mi mamá me la leía. Un día apareció la foto de un helicóptero. Un Chinook norteamericano. No me lo olvido más. Le dije a mi mamá: ‘Yo voy a fabricar uno de esos’", le contó Pirincho a Autoblog, a punto de cumplir 80 años, en su planta de Saladillo.
De manera autodidacta, logró ir construyendo pieza por pieza y sin la posibilidad de haber estudiado ingeniería su primer helicóptero.
Cicaré fue noticia nacional cuando el expresidente Mauricio Macri lo puso como un ejemplo de las empresas más innovadoras de la Argentina.
Helicópteros Cicaré hoy dejó bien atrás esa imagen del "taller del loco Pirincho" y se convirtió en una fábrica profesional.
Cicaré vendió más de 70 helicópteros, muchos de los cuales se exportaron a Europa y Australia. La felicitación del Gobierno fue a raíz de otra señal de crecimiento empresarial: Helicópteros Cicaré fue autorizada a comercializar sus aeronaves en Estados Unidos y China, país donde está a punto de abrirse la venta de helicópteros privados, hasta ahora prohibidos por el Estado.
Agustó Cicaré prefería, con humildad, que lo llamaran "constructor" y no "inventor" porque decía que él no inventaba cosas. Logró patentar una pieza de helicópteros y un sistema que no es una simulación sino una verdadera prueba de entrenamiento real de manejo del mismo, utilizado en todo el mundo y reconocido con la medalla de oro en el Salón de Ginebra. Sus helicópteros son comercializados por la marca que hoy maneja uno de sus hijos y lleva su apellido por todo el mundo.
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