sábado, 16 de septiembre de 2017

La Antena de Espacio Profundo de la ESA instalada en Mendoza


La estación Deep Space Antenna – DSA-3–de Malargüe

En 1998, la ESA decidió independizarse de la NASA para establecer su propia red de seguimiento de las sondas de espacio profundo en las distintas misiones interplanetarias. El objetivo era establecer tres estaciones terrestres que cubran los 360º de rotación de la Tierra.

Fue una decisión difícil en 2009 elegir donde se iba a instalar la DSA 3 si en la Argentina o Chile. Pero prevaleció Argentina debido a las importantes condiciones ambientales de Malargüe y también a los acuerdos de cooperación científica y espacial que este país tiene con la ESA, constituida por 20 países europeos. Estos acuerdos de cooperación fueron extendidos en 2013, cuando comenzó a trabajar la antena, por otros 10 años, hasta 2023.


Como parte del acuerdo con la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE), el 10% del tiempo de la estación está disponible para el uso de los científicos e ingenieros argentinos que estén realizando investigaciones en el espectro de ondas de radio. Esto ofrece una oportunidad única de investigación a la ciencia local, que también se ve beneficiada con los cursos y talleres que se brindan en Europa en el marco del acuerdo.

El equipamiento y funcionamiento está a cargo de la ESA, su función principal es el estudio del espacio profundo y ha sido utilizada para comandar naves espaciales.

La estructura de esta antena tiene 35 metros de diámetro, 40 metros de altura y un peso de más de 1.000 toneladas y pone a Mendoza como pionera en materia de investigación espacial, ya que cuando la ESA decidió su instalación, estudió otros lugares del país y de Chile, pero Malargüe ganó la pulseada.


La estación de Margüe, fue inaugurada en diciembre de 2012 e instalada con la colaboración de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE). Esta antena está conectada con otras dos estaciones ubicadas en Australia (New Norcia) y España (Cerebros), finalizadas en 2002 y 2005, respectivamente, y entre todas permiten captar sondas que operan más allá de los 2 millones de kilómetros de la Tierra.

Solo hay tres antenas de este tipo en todo el mundo: la DS1 -ubicada en Australia-; la DS2 -en España-; y la DS3 -en Malargüe ( Argentina)- es la de tecnología más avanzada, por lo que Pazos afirmó que "en todas estas misiones la estación DS3 cumple un rol fundamental".

Movimiento

La enorme antena de 35 metros de diámetro y 610 toneladas de peso, se puede girar, elevar y apuntar con una precisión extraordinaria, incluso cuando hay fuertes vientos o temperaturas extremas. Son capaces de transmitir señales de radio con una potencia de hasta 20 kW – lo suficiente como para utilizar unas 10.000 cafeteras domésticas.

Las prestaciones de estas estaciones no dependen únicamente del movimiento de sus partes mecánicas: las antenas utilizan avanzados sistemas electrónicos desarrollados en Europa, entre los que destacan los amplificadores criogénicos de bajo ruido, y unos espejos metálicos elaborados con una precisión exquisita.


Según explica la ESA, basándose en las propiedades geométricas y en los fundamentos físicos que gobiernan la propagación de las ondas de radio, las estaciones utilizan una serie de 'espejos dicroicos' hechos de metal para reflejar y separar las señales transmitidas de las recibidas.

Gracias a estos espejos, las estaciones originales, que entraron en servicio en los años 2001 (Australia), 2006 (España) y 2013 (Argentina), han proporcionado excelentes enlaces con un gran número de misiones de la ESA. Pero ahora necesitan modernizarse para los nuevos planes de la ESA en la exploración espacial.

Misiones espaciales

La antena es clave para recibir información vital de las principales misiones espaciales que la ESA lleva adelante a través de sus satélites y naves espaciales, como por ejemplo la sonda Mars Express -que orbita el planeta rojo a una distancia de 193 millones de kilómetros- para estudiar su atmósfera y geología.


También recibió información de la nave Rosetta y del descenso histórico de su robot Philae a la superficie de un cometa. Logró obtener información de la sonda Venus Express y actualmente recibe datos e imágenes de las misiones Gaia, que medirá la posición exacta de mil millones de estrellas en nuestra galaxia y de Lisa Pathfinder, que busca detectar ondas gravitacionales generadas por objetos de gran tamaño como los agujeros negros.

Argentina en la Tecnología de Cassini

No sólo los ojos atentos de los científicos en el mundo siguieron las instancias de la Misión Cassini. Desde la localidad de Malargue en la provincia de Mendoza, Argentina, una enorme antena parabólica de 35 metros de diámetro, mantuvo comunicación con Cassini. Desde la Estación DS3 Malargue se bajaron datos de la misión y estuvo preparada como soporte a la Estación DS1 New Norcia en Australia, para ser usada como estación principal si se lo requiería, para seguir el final de la sonda Cassini sobre la atmósfera de Saturno, hecho ocurrido el pasado viernes 15 de septiembre.


Mediante la cooperación espacial entre la agencia europea y la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE). Nuestro país también dispone de las capacidades de observación de la antena, accediendo al uso de tecnología de punta para investigaciones científicas nacionales. Stanislav Makarchuk, Responsable de Cooperación en Proyectos internacionales de Exploración del Universo de la CONAE señaló que “la Estación, en operación desde el año 2012, brinda apoyo a la misión Cassini a través de telemetría, control de misión y adquisición de datos obtenidos por los instrumentos instalados en la sonda Cassini” y enfatizó que “el apoyo brindado a esta misión por medio de la Estación DS3 Malargue de la ESA, es un aporte más de Argentina a la exploración del Universo”.

Nueva inversión

La Agencia Espacial Europea (ESA) invertirá cuatro millones de euros para incorporar tecnología de alta complejidad en su base de Malargüe, suma que será destinada a la ampliación de la red eléctrica de 13,2 kV a 33 kV, además de la instrumentación del Parque Científico, y un trabajo especializado en metalmecánica.

El nuevo equipamiento soportará el requerimiento de ancho de banda hacia una frecuencia más alta, imprescindible para las nuevas misiones previstas para los próximos años, en las que se explorará Mercurio y el Sol, se analizarán los agujeros negros y se continuarán los estudios en Marte, todas misiones para las que se requiere una amplia velocidad de transmisión de datos.


La ESA continuará buscando rastros de vida en Marte con la nave Exomars 2020; enviará en 2018 el Solar Orbiter a nuestra estrella para fotografiar por primera vez sus polos; lanzará también ese año el módulo BepiColombo a Mercurio para cartografiar su superficie e investigará su magnetósfera; irá por primera vez a Júpiter y sus lunas con su nave Juice en 2022 y pondrá en el espacio al telescopio Euclid en 2020 para buscar materia oscura y energía a 10.000 millones de años atrás en el tiempo.

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