El ataque al Sheffield, un destructor del tipo 42 que estaba a la
vanguardia de la flota inglesa, supuso un duro revés para las fuerzas
británicas durante el conflicto de 1982. Además, fue el primer barco que
perdieron desde la Segunda Guerra Mundial.El buque formó parte de la "Task
Force" preparada para asistir en la Guerra de las Malvinas.
El Sheffield fue detectado por primera vez por un avión de
reconocimiento argentino P-2 Neptune a las 7:50 AM del 4 de mayo. El avión
mantuvo a los barcos británicos bajo vigilancia, verificando de nuevo la
posición del Sheffield a las 8:14 y a las 8:43. Dos aviones Super Étendard
armados con misiles Exocet despegaron desde Río Grande a las 9.45 y se
encontraron con un avión Hércules C-130 a las 10:00. A las 10:35, el avión de
reconocimiento se elevó a 11 170 metros y detectó dos contactos en las
coordenadas 52º 33 55 Sur, 57º 40 55 Oeste.
El avión argentino que disparó su misil no había sido
detectado como aguardaban los británicos que sucediese, y hasta alcanzaron a
tomar contacto visual con su traza de humo, confirmando que se trataba de un
misil rasante al mar. Cinco segundos después, el Exocet impacta en el
Sheffield. Tal fue la sorpresa, que tampoco se realizaron las maniobras
defensivas evasivas que suelen darse en estos casos.
Armando Mayora recuerda el ataque al buque inglés.
El teniente de navio Armado Mayora y el capitán de navío
Augusto Bedacarratz atacaron el buque inglés Sheffield con misiles Exocet. Fue
un golpe mortal: el destructor se hundió poco después.
"Éramos diez pilotos seleccionados y teníamos los
mejores aviones. Éramos los de mayor experiencia, los de mayor capacidad.
Habíamos armado las cosas bien", agrega.
Izq. CN Augusto Bedacarratz y TN Armando Mayora |
Admite que había preocupación. "Teníamos que
enfrentarnos a la tercera potencia del mundo con el apoyo de la primera".
Para entrenarse específicamente para Malvinas, y como en la
Argentina había dos destructores idénticos a los de la flota británica, usaron
esos barcos como blancos. "Diseñamos nuestro perfil de vuelo y perfil de
ataque en función de ellos. Me embarqué en el Hércules, con la gente de
operaciones, para ver a cuánto se detectaban los buques, de qué manera",
explica.
"El día que desembarqué del Hércules, el comandante me
dijo: «Mucha suerte, no sé si nos volveremos a ver». Me sonó muy dramático,
pero después llegué a la conclusión de que él era más consciente de lo que
estaba por venir".
Su escuadrilla decidió armar cinco parejas, el más antiguo operaba
con el más joven. "Volábamos siempre juntos, siempre. En la guerra
moderna, no podés emitir: el que dice algo y larga energía al éter es el que
termina siendo descubierto. Nosotros estábamos fijando las reglas de emisión en
forma muy estricta".
"Desde el momento en que despegamos hasta que
aterrizamos, nunca hablamos. Todo era por señas, y entre aviones separados por
1000 metros. Nos conocíamos tanto...", agregó Mayora.
El 1° de mayo de 1982, primer día de combate, se frustró una
misión de ataque porque los aviones tuvieron problemas al cargar combustible en
vuelo. "Tuvieron que cancelar y volver. El acuerdo era que pasabas a la
cola. La siguiente pareja éramos Bedacarratz y yo", recuerda.
El 2 de mayo fue el ataque al crucero General Belgrano.
"Fue un tema duro para nosotros: no sabíamos qué había pasado, era todo
incertidumbre", añade. Al día siguiente, Bedacarratz y Mayora estuvieron
en cabecera, a punto de despegar.
"Desde el momento en que te dicen que vas a atacar
hasta que salís, pasan como tres horas, el prevuelo. Te tenés que vestir, armar
el plan. Toda esa preparación lleva dos horas y pico. Lo hicimos el 3 de mayo y
estábamos a punto de irnos, pero anularon la misión", recuerda.
El ataque al Sheffield
El 4 de mayo amaneció nublado, lluvioso y con vientos muy
fuertes. A las 7 de la mañana los sacaron de la cama porque había otro blanco.
Un explorador de la Marina -el Neptune- había salido más
temprano, había estudiado el área y había capturado datos de emisiones
británicas. "En función de toda esa información, se nos ordena atacar.
Fuimos al reaprovisionador, iniciamos el ataque, el Neptune emitió la última
posición que tenía del blanco, nos pasó los datos y los pusimos en nuestro
navegador inercial", detalla el capitán de corbeta retirado.
Los aviones Super Etendard eran los únicos de la Argentina
que tenían navegadores inerciales, imprescindibles para volar en el mar.
"Veníamos volando muy, muy bajo, y muy, muy rápido. Era un día horrible,
de chubascos, lluvias, de muy baja visibilidad, lo cual era perfecto para
nosotros porque de esa manera podíamos entrar sin que nos detectaran",
cuenta.
Alrededor de las 10.50, ambos cazas se elevaron a 160 metros
para verificar el contacto, pero, al no encontrarlos, decidieron continuar. Se
acercaron 40 kilómetros y se elevaron de nuevo y tras unos pocos segundos de
rastreo, sus objetivos aparecieron en las pantallas del radar. Ambos pilotos
cargaron las coordenadas en sus armas antibuque, descendieron y después de una
revisión de último minuto arrojaron sus misiles Exocet a las 11.04 desde unos
30 a 50 kilómetros de sus objetivos. No fue necesario que los aviones volvieran
a cargar combustible en vuelo y aterrizaron en Río Grande a las 12.04. Como
unidad de apoyo estaba un Learjet 35 y dos IAI Dagger así como los escoltas del
KC-130.
A las 11 de la mañana, el momento de lanzar los misiles fue
traumático. "Nos metemos en un chubasco, no veo a Bedacarratz, y cuando
salimos del chubasco veo fuego debajo de su avión. Él había dado la orden de
lanzamiento y yo no la había escuchado. Lanzo yo.
Mayora resalta que hasta ese momento estaba "re contra
enchufado" y que lo que más le preocupaba era cumplir. "Es muy
laborioso, no tenés tiempo para que se te vayan los pajaritos, para nada. Tenés
que trabajar: el vuelo es muy arriesgado, el proceso de lanzamiento del Exocet
es muy demandante, tenés que operar el radar del avión, tenés que hacer el
reaprovisionamiento en vuelo. No tenés tiempo para ponerte a pensar",
detalla.
Cuando sos piloto, estás acostumbrado a que cuando apretás
un botón de los cañones, es inmediato. Y con los Exocet no es así. Tarda tres
segundos, una eternidad. Hasta que de pronto se desprende el misil, que pesa
650 kilos. El avión se desbalancea y ahí ya estábamos girando a muy baja altura
y a todo lo que daba. Nos fuimos sin saber qué había pasado", relata.
Horas después, a las 5 de la tarde, mientras hacían el
análisis y el informe del vuelo, el Ministerio de Defensa británico difundió
que el buque Sheffield había sido atacado con Exocet y que estaba hundido.
Tras el impacto se produjo el incendio del motor del cohete
lo que produjo que el buque se quemara. Por su parte, el capitán Sam Salt y
otros integrantes de la dotación de a bordo aseguraron con vehemencia que la
cabeza del misil sí explotó y que la detonación fue lo que causó el mayor daño
así como la mayor cantidad de muertos y heridos. Sugieren que la explosión
inutilizó inmediatamente los sistemas generadores de electricidad, haciendo
cesar el suministro de agua, quebrando los mecanismos antifuego y permitiendo
que el buque se consumiera por el fuego incontrolable.
El Exocet disparado desde uno de los dos Super Étendards que
habían despegado desde la Base Río Grande, Tierra del Fuego, era pilotado por
el capitán Augusto Bedacarratz, comandante de misión. Habría sido disparado en
un modo de alcance de 11 km que era lo menos esperado por la armada británica
que consideraba que los misiles serían arrojados desde una distancia de 80 km,
a media altitud. Por este motivo resultó imposible detectarlo a tiempo y tomar
las contramedidas que fueran efectivas.
También se da por sentado que el radar del buque antimisil
era incompatible con los enlaces de satélite de comunicaciones lo cual reducía
las posibilidades de interceptar a un misil Exocet con vuelo rasante. Por
tanto, se concluyó que ni el radar Type 965 ni el misil Sea Dart que llevaban
los destructores Tipo 42 estaban preparados para interceptar un misil que venía
a ras de las olas.
Tras el ataque al HMS Sheffield con un misil Exocet el buque
incendiado y con un enorme boquete a estribor en mitad del casco sobre la línea
de flotación ( aproximadamente a 2
metros de la línea de flotación en el Deck 2, abriendo un boquete de 1 x 2,5 m
cerca del centro de comando) y dejó el saldo 20 marinos británicos muertos.
El destructor británico HMS Sheffield se hundió en el Océano
Atlántico al sureste de las Islas Malvinas el 10 de mayo de 1982, cuando era
remolcado hacia el Reino Unido con graves daños por la detonación y el incendio
provocado por el combustible interno del misil argentino.
Mayora aclara qué luego del ataque :"Todo el mundo
estaba feliz. Yo no, porque el objetivo era el portaaviones. La única manera de
poder haber cambiado el curso de la guerra era hundirles un portaaviones. Eso
fue lo que sentí: que podríamos haber generado un cambio. Hundir al Sheffield
fue un tema que les pegó, pero que no fue crucial. Si hundíamos un
portaaviones, la cosa hubiese sido diferente", sostiene.
A pesar de ese sentimiento, Mayora reconoce que la
escuadrilla hizo su trabajo a la perfección. "El ataque del Sheffield fue
el único que pudimos hacer como dice el libro. Salió perfecto", reconoce.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Deje su comentario sobre este tema